miércoles, 1 de junio de 2016

Otero de Sariegos, paraíso inhabitado


Escondido en un viejo pueblo abandonado de la Vieja Castilla, el decorado inanimado se convierte en pocos  minutos en el escenario en donde los distintos actores protagonistas no son sino las aves que han hecho de sus ruinas el decorado de sus andanzas, la escena de sus correrías, su medio de vida…     

A diferencia de la reciente entrada acerca de Belchite (Zaragoza) en donde sobrecogido, al paseo lo acompañaba el sonido velado del estupor, en Otero de Sariegos (Zamora) la vida primaveral bulle con energía…

http://geopiedra.blogspot.com/2015/06/modos-de-vida-ways-of-living.html




... las aves vuelan de un lado para otro, veloces, alimentando a sus polladas… y los Primillas se desperezan en los cables del tendido, frente a la colonia que han establecido en los tejados de la iglesia.

Hace ya años que se fueron los últimos vecinos… se cerraron las últimas casas, pero la vida sigue hoy, de la mano de las aves.
El ocaso de la presencia humana contrasta con su esplendor medioambiental.  Un paraíso para la fauna: las aves y un habitante inesperado, el conejo. Pájaros que surcan los cielos y ocupan el puñado de construcciones que a duras penas se mantienen en pie… 
por encima de todas ellas, la iglesia de San Martín de Tours, y una explosión del roedor que encuentra especial acomodo entre los edificios de adobe, en imparable declive.


La antigua iglesia… en la que anidan cigüeñas, grajillas y los cernícalos primillas, que le devuelven el valor singular que tuvo cuando el pueblo estaba habitado y que aún recupera dos veces al año... para las romerías...

Definitivamente las aves parecen la clave para evitar el olvido de Otero de Sariegos. 



Una importante colonia de cernícalo primilla utiliza la iglesia como uno de los principales lugares de nidificación y con el fin de preservar su espacio se restauró la cubierta y en el tejado se instalaron cajas-nido...
Pero hay más... por todo el pueblo proliferan gorriones, colirrojos, golondrinas,...

Y un habitante inesperado que nos observa entre unas cañas... Un mochuelo, que cuando siente que lo observamos, vuela a refugiarse en el hueco de un muro casi derruido en donde esconde su nido. 





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