domingo, 5 de marzo de 2017

Los Canchos de Ramiro






Pensando en algo que contar acerca de los Canchos de Ramiro, me encuentro con una presentación, que suscribo, acerca del libro “Mi Extremadura” del que es autor Miguel Herrero, ingeniero y naturalista, pero sobre todo divulgador apasionado de su tierra extremeña:






Black and white... 
with conspiquous dashes of yellow, 
like the egyptian vulture 
or red, like the black stork

Birds dress with the colourfull spring... 
like the blooming flowers or the clear blue skies.


“A cualquier habitante de nuestras ciudades le cuesta menos trabajo reconocer las distintas marcas de coches que saturan nuestras calles que identificar los árboles que dan oxígeno y belleza a nuestras poblaciones”…


"De esta forma, siento la necesidad de dar a conocer el mundo rural, ya desde la propia educación"…, como se hizo ilustrativamente patente con aquel famoso ejercicio que se presentó en diversos colegios de Madrid pidiendo que los niños pintaran una gallina, y que dio como resultado que un número significativo de escolares hubiera pintado un pollo asado.

Por Miguel Herrero he sabido del poema que Sánchez Ferlosio dedicó a los Canchos de Ramiro, del que sabiamente extrae unos cuantos versos que reproduzco. También cuenta anécdotas y leyendas, e impresiones… 


De sus paisajes y de sus aves ya me hago yo una idea.



Dejo aquí el enlace al documento de Miguel Herrero, que vale la pena leer completo...:

http://www.redforesta.com/wp-content/uploads/2011/04/Comunicacion-tecnica-Los-canchos-de-Ramiro-un-paisaje-del-inicio-de-los-tiempos.pdf


Los Canchos de Ramiro son ese territorio a la vez apacible y majestuoso en que se contrapone su imponente paisaje monumental, con su atmósfera sosegada y mansa. Tan cercano en distancia como afín en su semejanza a las formidables portillas de Monfragüe, y tan alejado en su opuesta tranquilidad... al margen de ornitología de masas. 
Tan merecedor de alta distinción como aquel y sin embargo, modestamente catalogado tan solo como Zepa.

Los Canchos de Ramiro son un lugar predilecto que visito todas las primaveras… 
Entro en los canchos de mañana temprana, con el sol que, viniendo de espalda, comienza a iluminar el crestón de cuarcita, y hace que brille con una variedad de colores entre blanco, rosado y gris.


Frente a sus estratos rocosos, los más verticales, y algunos plegados, pronto se observa el suave y pausado ir y venir de los buitres leonados y entre ellos, algún ágil alimoche, meciéndose sobre las primeras térmicas que desprenden las laderas. 
No es difícil descubrir sus nidos, inaccesibles, enclavados en alguna anfractuosidad de la pared.

La variedad de fauna en este paraje es fabulosa… y por solo mencionar a las aves más preciadas, a lo largo de las horas, tenemos la oportunidad de observar a las principales rapaces, a la cigüeña negra y al búho real. Pero además, con un poco de atención, es fácil que veamos a la nutria pescando en la orilla del embalse, ciervos y lagartos…

Las cigüeñas negras acuden, de modo recurrente a la pared rocosa, frente a la cual planean, ida y vuelta, una y otra vez, posándose de vez en cuando en alguna de las repisas en las que tienen sus nidos. 

De trasfondo, - como llamarlo -, el “graznido” del águila imperial se deja oír a lo lejos.


Con el trascurso del día, en el río la calma del agua apenas se interrumpe, asiduamente con las ondulaciones que alguna boga o barbo provoca en el agua… mientras soleándose sobre las piedras, los galápagos dejan pasar las horas. 

No es raro que antes o después, la nutria asome en alguna orilla, quizás pescando, quizás jugando.
El ecosistema de los Canchos comprende una flora y fauna típico de las sierras y de la dehesa extremeña, de sus bosques mediterráneos, con sus densos alcornocales y de su corte de arbustos, algunos como el grupo de las pistacias, indicadores del alto nivel de conservación del ecosistema. Una buena jornada de pura naturaleza da mucho de sí… y, frente a los canchos podemos deleitarnos con la observación de tanta fauna y flora como propicie nuestra curiosidad, capacidad de observación y habilidad para pasar desapercibidos. 
Ya al atardecer, algunos ciervos abandonan las sombras protectoras del calor diurno y acuden a las riberas a refrescar su sed, mientras que, amplificado con el eco de la pared rocosa, nos alcanza el misterioso canto del búho real que se despereza en su covacha.

La importancia de las poblaciones de aves existentes en el tramo fluvial de los Canchos de Ramiro fue decisiva para dar prioridad a su clasificación como Zepa. En sus cantiles nidifican cigüeñas negras, alimoche, buitre leonado, águila real, águila perdicera, búho real y halcón peregrino. También es territorio del águila imperial ibérica y del águila perdicera. En algunas laderas inaccesibles nidifica el buitre negro, así como águila culebrera, águila calzada, milano real, y gavilán.



La Zepa Canchos de Ramiro y Ladronera se extiende a lo largo del tramo bajo del río Alagón, un poco antes de su desembocadura en el río Tajo, y llega hasta el Puerto de los Castaños, en las inmediaciones de Cañaveral. 
Una cadena de sierras cruza las vegas fértiles del Valle del Alagón, siendo el final de un arco montañoso que atraviesa la provincia de Cáceres desde Las Villuercas, pasando por Monfragüe, para terminar en Portugal, como uno de los corredores naturales más importantes de Extremadura.
Estas cadenas montañosas son los Canchos de Ramiro, el Pico de Ladronera, las Sierras de la Garrapata, de la Solana, Grande, Pequeña, de Valdecocos, y del Arco. 


Además del Alagón, el espacio está atravesado por el río Árrago o la ribera de Fresnedosa, y dentro de sus límites se encuentra la presa de Portaje, que acoge avifauna acuática de Importancia Internacional según los criterios de Ramsar.

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