Desgajada de Gredos por el valle del río Tiétar, la pequeña Sierra de La Higuera forma geográficamente parte de una sucesión de relieves graníticos que alcanzan mayor importancia tanto al suroeste como al noreste, en las más conocidas sierras de San Vicente o de la Peña de Cenicientos.
Relieve granítico que se enmarca geológicamente en un sistema tectónico de bloques, en donde el Horst levantado que configura las sierras, limitado por fallas a sur y norte, hace de divisoria de aguas entre los Graben hundidos, valles por los que discurren los cursos del Alberche y del Tiétar, todo ello en una posición meridional, por delante del alto paredón gredense.
Farallón rocoso, las recortadas cumbres de Gredos, con una altitud sobre los mil metros superior, protegen a estas sierras y les confieren un clima particular, gozoso y alejado de todo extremo; Ni tan alpino como el noble macizo carpetano, ni tan mediterráneo como las extensas dehesas de la depresión del Tajo… Un clima benigno para el florecimiento de una confluencia de especies de árboles.
Farallón rocoso, las recortadas cumbres de Gredos, con una altitud sobre los mil metros superior, protegen a estas sierras y les confieren un clima particular, gozoso y alejado de todo extremo; Ni tan alpino como el noble macizo carpetano, ni tan mediterráneo como las extensas dehesas de la depresión del Tajo… Un clima benigno para el florecimiento de una confluencia de especies de árboles.
Desde los robles de los melojares propios del somontano serrano abulense, a las encinas de la llanura castellanomanchega, no es en vano que la toponimia refleje la variedad de árboles acompañantes, con nombres que aluden además a la higuera, al almendro o al castaño…, a los que se añaden toda variedad de árboles de monte, ribera y huerto… enebros, arces, fresnos y olivos...
Árboles muchos de ellos caducifolios, que imprimen en el paisaje los indescriptibles colores cálidos del otoño, como en la primavera la suavidad en el clima propiciará que la sierra se vista de una colorida explosión de plantas de las dichas aromáticas.
Árboles muchos de ellos caducifolios, que imprimen en el paisaje los indescriptibles colores cálidos del otoño, como en la primavera la suavidad en el clima propiciará que la sierra se vista de una colorida explosión de plantas de las dichas aromáticas.
Es desde los pueblos de Pelahustán (Toledo) e Higuera de las Dueñas (Ávila), situados al sur y al norte, desde donde se puede acometer esta sierra, incluso, recorriéndola desde el uno hasta el otro. Yo recomiendo partir del segundo, más accesible desde Madrid y una vez en el cual, tomaremos la pista forestal que pasada la iglesia y las últimas casas del pueblo, se dirige al sur atravesando la dehesa municipal.
La pista, andadera y poco exigente, asciende por la vaguada de un arroyo, el del Carrizal, por el que tras algunos repechos algo más pinos alcanza la cuerda dando vista al lado meridional. Es una zona muy amena y agraciada, acompañada de grandes árboles, prados y berruecos cubiertos de musgo, que alcanzaremos en apenas unhora y media.
La pista, andadera y poco exigente, asciende por la vaguada de un arroyo, el del Carrizal, por el que tras algunos repechos algo más pinos alcanza la cuerda dando vista al lado meridional. Es una zona muy amena y agraciada, acompañada de grandes árboles, prados y berruecos cubiertos de musgo, que alcanzaremos en apenas unhora y media.
A nuestra derecha se sitúa el punto culminante de la sierra, el Risco de Las Cuevas, con apenas 1.063 metros de altitud, mogote granítico que marca el punto en donde se tocan las tres provincias y al que nos será fácil llegar siguiendo la cuerda. Continuando otra media hora, podemos llegar al Risco del Cuchillar, quizás con mejores vistas: los pueblos que se alinean a lo largo de la Cañada real Leonesa al norte, y los del piedemonte al sur.
A poco que seamos pacientes, desde este u otros puntos panorámicos nos será muy fácil avistar a la majestuosa águila imperial o a los buitres leonados y negros, los primeros, habitantes de las fragosidades y riscos de esta sierra y los segundos, asiduos visitantes desde sus cercanas colonias abulenses. De fondo, tendremos el telón de la sierra de Gredos. No en vano sin duda la Sierra de La Higuera goza de las mejores vistas de la cara meridional de estas montañas.
Si queremos continuar hasta Pelahustán, deberemos seguir la línea de cresta más al oeste, hasta el alto del Rosal desde el que bajaremos sin mayor dificultad que la de la logística para regresar a por nuestro vehículo, dejado en el primer pueblo.
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