UN ITINERARIO GEOLÓGICO DIDÁCTICO A LO
LARGO DE LA N-1
A modo de introducción…
Discurriendo
aproximadamente a lo largo de la carretera N-I y partiendo de la M-40, al norte
de la ciudad de Madrid para terminar en el límite provincial, más allá del
puerto de Somosierra, se puede reconocer una completa variedad de entornos
litológicos y estratigráficos, desde buena parte de la secuencia de
sedimentación terciaria y cuaternaria de la Cuenca del Tajo entre Guadalix y El
Molar, las calizas mesozoicas desviándose cerca de El Molar hacia el este para
pasar junto a Torrelaguna camino de El Berrueco, hasta las rocas cristalinas
paleozoicas del Sistema Central entre Venturada, y Somosierra, o el batolito
granítico de La Cabrera entre esta localidad y Valdemanco para volver a la N-1
en Lozoyuela o en Buitrago.
Grandes
geólogos han estudiado durante décadas, los distintos aspectos científicos de
cuanto tenemos la oportunidad de recorrer; algunos de ellos nuestros mentores
universitarios de la Complutense madrileña, con quienes, ya hace muchas
lluvias, salíamos de prácticas, por estos mismos parajes y afloramientos… Venga
al caso ese famoso “pliegue Zaleski”, salvado por la decidida acción de, entre
otros, nuestro maestro Paco Anguita, cuando desdoblaron la N-I.
Esta era
parada obligada en primero de carrera, pero dudo que el ritmo actual de los
tiempos y sobre todo de los coches y camiones, permita que ningún geólogo más
se ilustre con ese magnífico pliegue acostado en las migmatitas de Venturada. A
mí desde luego me resultó difícil llegarme hasta allí… aunque valió la pena.
El zócalo hercínico…
Pero vayamos
por orden: en su camino desde las alturas, allá en el dominio de las
formaciones rocosas hercínicas, el recorrido nos permite reconocer granitos,
gneises y migmatitas, micacitas, pizarras y esquistos, pegmatitas y pórfidos,
cuarcitas, … una variedad de rocas que sin ser tan abrumadora, claro, como las
que se podían contemplar en las “Ferias de la Piedra” de Ifema, sí incluye
algunos tipos tan dignos de estar en ella, como los que allí se veían.. y para
ejemplo, las granodioritas de El Berrueco, Valdemanco, Bustarviejo… Foto 1: “Pliegue Zaleski”, Km 48 de la N-I.
Migmatitas correspondientes al macizo de San Pedro (Venturada).
Los granitos y los gneises son genéricamente las rocas más abundantes a lo largo del recorrido, predominando estos últimos, junto a otras rocas metamórficas, en la mayor parte del itinerario, desde la divisoria en Somosierra, por el valle del Lozoya y el macizo de San Pedro, hasta que se alcanzan las áreas de sedimentación terciaria: ya en el entorno de El Molar y de Tres Cantos.
Foto 2: Cantera de granodiorita “Granito Blanco
Aurora”, en El Berrueco.
Gneises y rocas metamórficas
La extensa
formación metamórfica que se desarrolla al norte y noroeste de la provincia
madrileña está formada principalmente por gneises de distintas variedades
estructurales, características de un metamorfismo regional profundo: gneises
glandulares y migmatitas, los cuales han sufrido en mayor o menor grado
procesos de granitización y deformación. Entre ambos tipos de gneises existen
variedades intermedias que impiden el establecimiento de límites bien
definidos. Frecuentemente, en los gneises glandulares destacan grandes
fenoblastos de feldespato alcalino sobre el conjunto de la roca. Las migmatitas
tienen por su parte textura embrechítica, caracterizada por la alternancia de
capas claras cuarzo-feldespáticas y oscuras micáceas, o textura nebulítica, en
la que la foliación y los porfiroblastos apenas tienen desarrollo.
Foto 3: Gneis glandular, con fenocristales orientados de
feldespato, englobados por la foliación. Navalafuente.
Algunos
ejemplos muy vistosos de gneises glandulares hemos podido observar junto a
Navalafuente, o en la carretera de Torrelaguna a La Cabrera, mientras que el
más paradigmático ejemplo de migmatitas se encuentra en el ya mencionado
“Pliegue Zaleski”, en Venturada. Otros tipos rocosos minoritarios de gneises
aplíticos y granitoides se encuentran intercalados entre los anteriores.
A lo largo de
la carretera de El Berrueco a Torrelaguna es posible observar una interesante secuencia en la que, pasados
granitos y gneises, se encuentra una potente formación ordovícica muy
verticalizada de pizarras bien foliadas y cuarcitas, estas últimas encontradas
también en la zona de El Vellón, la cual representa una antigua serie marina de
sedimentación pelítica en la que se intercalaron episodios de sedimentación
detrítica. Ya en la bajada a la segunda población, se encuentra el contacto con
el Cretácico.
El paisaje
dominante en la zona de afloramiento del zócalo paleozoico emana de su
condición de espacio montañoso, en cuyos suelos y favorecidos por la
climatología se asientan bosques frondosos que esconden rincones de bucólica
belleza. Al tiempo, la mano del hombre ha generado entornos urbanos
tradicionales entre los que destaca Buitrago del Lozoya, cuyas murallas y
castillo medievales están construidos con los gneises sobre los que se
asienta.
Foto 4: Buitrago,
junto al río Lozoya. Arquitectura tradicional de mampostería con los gneises
locales.
Plutones graníticos
Los granitos por su parte están
principalmente vinculados al Plutón de la Cabrera, el cual constituye, por su
mayor dureza, una isla que sobresale entre los materiales metamórficos que lo
circundan y con los que se encuentra en contacto discordante. Al apelativo
general de granitos le corresponden en realidad una variedad de rocas entre las
que se encuentran granodioritas, adamellitas, granitos calcoalcalinos y aplitas,
cuyos tránsitos progresivos impiden, al igual que ocurre con los distintos
tipos de gneises, distinguirlos sobre el terreno.
Foto 5: Paisaje de berrocal y piedras caballeras en el plutón de La Cabrera.
La génesis del
magma granítico es cortical superficial, mediante procesos de anatexia, y su
emplazamiento es contemporáneo con el metamorfismo regional de grado medio que
experimentaron las rocas sedimentarias encajantes, sometidas al mismo tiempo a
un proceso de granitización sobreimpuesto y también regional que modificó el
grado del metamorfismo. Todo esto en un periodo comprendido entre hace 310 y
270 M. de años.
Desde lejos,
la airosa silueta de la sierra de La Cabrera, aserrada contra el cielo, refleja
la dureza de las rocas graníticas que impide otra erosión que no sea a favor de
las fracturas y diaclasas, y que de cerca se traduce en sus canchos y
berrocales y piedras caballeras, algunas en milagroso equilibrio, entre los que
no es difícil encontrar cristales hexagonales de cuarzo provenientes de los
diques que intruyen en el macizo.
Foto 6: Valdemanco, tradicional cuna de canteros, al
pie de la sierra de La Cabrera y del pico Mondalindo.
La escasa
generación de suelos en el granito apenas da cobijo a una vegetación de
pequeñas encinas y enebros, y jarales frecuentemente aferrados a las grietas
húmedas de la roca, en la más abrupta ladera sur, mientras que en las navas y
hondonadas de la ladera norte crecen algunos pinares. Más allá de la propia
sierra, el batolito granítico sustenta robledales y fresnedas, ya en el entorno
de El Berrueco y Siete Iglesias.
Foto 7: Como Buitrago es al gneis, El Berrueco es al
granito. Al fondo, el pantano de El Atazar.
¡Muy bonitas las foto amigo Ignacio!... Invitan a coger el petate e irse de caminata ;-)
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