jueves, 20 de octubre de 2016

The landscape collector

OCTOBER 16


PRIMERAS LLUVIAS

Mediado octubre y al cabo de uno de los veranos más duros que recuerdo…, ¡prueba superada!, por fin llegan las lluvias otoñales para aliviar tanta canícula, tanta sequía… tanta desazón de ver el paisaje yermo, seco y estéril.


El río manchego que en la primavera era un cauce de vida y el escenario de una naturaleza lujuriosa, se convirtió, con el paso del largo verano: julio, agosto y septiembre en un lecho seco de guijarros ardientes… “cauce gris en entorno amarillo” diría un título a lo Miró.


En sus pozas, hace ya tres meses, entre mayo y julio y con el contrapunto aflautado de la oropéndola, pescaba la siempre recatada, la siempre preciada y la siempre escasa cigüeña negra a la que no lejos, esperaban sus cuatro exigentes pollos, opuestamente blancos, ávidos de peces… y a la caída de la tarde, acudían discretamente las ciervas con sus pequeños, a beber el agua fresca y vivificante, mientras el autillo cantaba en la frondosa ribera.

Más tarde, a partir del mes de agosto , solo los jabalíes aprovechaban aún los charcos que de día en día eran más exiguos, apenas alimentados por un hilo de agua, luego por un goteo y finalmente, expuestos a una acelerada e inexorable evaporación que ni siquiera aliviaba una  tormenta de temporada…

Finalmente los charcos se hicieron barro reseco, y el cauce dejó emerger los cantos del lecho.


Como en la cámara rápida de un documental, las primeras lluvias otoñales le han devuelto al río un mínimo de su esencia y dignidad… un flujo de agua que nos dice que el ciclo vuelve a empezar, aún con el contrapunto de los fresnos y los quejigos que, apenas empezando a amarillear también nos dicen que el ciclo del agua y el de los árboles están descompasados…: las hojas aún habrán de caer y los árboles aún habrán de pasar el crudo invierno para también renacer...

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