En
nuestro mundo actual, las buenas y esperanzadoras noticias acerca del medio
ambiente son por desgracia escasas,… a diario nos aguijonean con la noticia de
animales que desaparecen, o de los que apenas quedan unos pocos, que son
dificilísimos de ver, y de los que solo cabe esperar, irremisible y
resignadamente a que se extingan.
Este bien podría ser el caso del Ibis
eremita. Sin embargo, una de las aves más amenazadas del mundo, desvergonzada ella, se puede observar sin el mayor esfuerzo…
Supongamos que estamos veraneando en Cádiz,
disfrutando de una de sus doradas playas infinitas… Una mañana, camino de
Barbate, decidimos parar a tomar café, o unas cañas, en una famosa venta, a las
afueras de Vejer. Hasta ahora todo normal.
Mientras aparcamos nos llama la atención
que, al borde mismo de la carretera y a
escasa distancia de la venta, se encuentra un grupo de hombres espigados, de
piel más colorada de lo que acostumbra a ser común en la gente local, y
pertrechados con prismáticos y telescopios que tienen dirigidos a una pared
rocosa situada a solo cruzar la carretera.
Quien no lo sepa, se preguntará lo que
están observando: - ¡Estos no son de aquí…! ¿que estarán mirando? Algo tiene que haber de
interés…, así que el café bien podrá esperar unos minutos.-
Y, sin
necesidad de preguntárselo, dirigimos nuestra mirada a la pared, en donde,
encaramadas a sus amarillentas repisas, descubrimos dos, cinco, doce aves bien
singulares: más bien grandecitas, esbeltas, negras de plumaje y con toda una
orla desflecada por penacho, en torno al cuello, de cabezas calvas, arrugadas y tan rosadas de piel como el grupo de
turistas, ingleses o de donde sean… el pico curvo e igualmente rosado. ¡Caramba!
Al Ibis eremita le caben varias
virtudes, de dudoso mérito, esa es la verdad:… Yo no diría que el ave sea la más
fea en donde las haya,…tampoco la más bonita, para gustos los colores, pero sí que es una de las aves
de más exigua población del mundo, y por ello una de las de mayor, de inmenso, interés.
Las últimas, las escasas y las vulnerables
colonias conocidas de ibis eremita se situaban hasta hace bien poco en
Marruecos y en Siria, últimos reductos de una antigua distribución circun-mediterránea.
Daños colaterales de la guerra le dicen…: posiblemente hoy día, las aves de
Siria ya sean historia, como lo eran los ibis eremitas en el litoral peninsular,
en donde se extinguieron hace ya cientos de años.
A veces sin embargo, los naipes pintan
oros y uno se sorprende con cosas que
aunque no sean inesperadas (porque en esto tiene que ver la acción voluntaria del
hombre… capaz de todo lo malo, pero también de todo lo bueno), sí son al menos
llamativas… y es que desde hace algunos años, el ibis eremita vuelve a criar en
la península, 500 años después de haberse extinguido.
En
el año 2003 la Junta de Andalucía, el Ministerio de Defensa y el Zoo
de Jerez iniciaron un interesante plan de cría en cautividad y
reintroducción, que ha conseguido la reproducción en libertad de ejemplares de
esta especie. Lo más curioso del asunto es que las aves han elegido para criar un
cortado ampliamente conocido, en un lugar habitado y transitado, y a la vista
de los cientos de curiosos que acuden a ver una singularidad que ha sido objeto
de difusión en la prensa, y así, el pequeño cortado de La Barca de Vejer,
anodino y vulgar, se ha convertido en un destino ornitológico obligado.
Animales que a pesar del empeño realizado por los hombres para evitar su familiaridad, con esos no sé si simpáticos o cómicos colaboradores del programa, alimentando a los pollos ataviados con cascos imitando una cabeza de ibis, parecen buscar, atávicamente, nuestra cercanía.
Así, alejados de su colonia, los ibis eremita también pueden verse comiendo en los campos de césped de los clubes próximos de golf, entre los jugadores que le pegan a la pelotita: en Montenmedio, en la Barrosa…, picoteando insectos, invertebrados y lo que pillen, que no le hacen ascos a una lombriz, a un saltamontes, ni más raramente a una rana o a una lagartija.
Así, alejados de su colonia, los ibis eremita también pueden verse comiendo en los campos de césped de los clubes próximos de golf, entre los jugadores que le pegan a la pelotita: en Montenmedio, en la Barrosa…, picoteando insectos, invertebrados y lo que pillen, que no le hacen ascos a una lombriz, a un saltamontes, ni más raramente a una rana o a una lagartija.
El
éxito de la reintroducción del ibis eremita permite pensar que en un futuro no
lejano, la especie pueda recuperar otras zonas de sus antiguos territorios,
quien sabe si en Málaga, en Almería, y no solamente en España.
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