Yo, con la suerte de cara, no por casualidad y en días de bueno y venturoso recuerdo, he recorrido la Muela de Cortes, detenidamente, pacientemente, de abajo a arriba y de izquierda a derecha…, y la he paseado despacio y, en el intenso calor del día, le he respirado el aire cargado de balsámica resina, y le he escuchado el obsesivo y febril canto de las afanadas chicharras…, y me he dejado refrescar por fuera en las quietas aguas, claras y vivificantes del Júcar, y por dentro con el agua fresca, saciadora y saludable de sus fuentes. El invierno es otra cosa...
Desde
el cielo, contemplando la Muela de Cortes, rasa altiplanicie arrugada y tendida
al sol , vuelven a mi mente parajes y lugares que me sorprendieron tanto, que
tuve que volver y enseñárselos a los míos…
Con un
lenguaje pedagógico, diríamos en efecto que, rodeada de “accidentes tectónicos
y morfológicos”, la Muela de Cortes es un “área geológico-geográfica
diferenciada”, una “entidad singular” en sí misma, pero es sobre todo un
territorio aislado y poco menos que inaccesible, casi virginal e inmaculado, y un asombroso e insospechado exponente de ese con frecuencia
desconocido interior de Valencia… la Valencia que es más que su costa mediterránea
de sombrillas y chiringuitos, y más que sus huertas fructuosas y providenciales…
La llamativa balsa ovalada de regulación de la central hidroeléctrica reversible, llena a rebosar, limpia y ordenada, parece una ciclópea piscina prefabricada de catálogo, con su bordillo y su escalerilla, una piscina asomada al balcón de la Muela.
Aprovecha la energía sobrante de la central próxima de Cofrentes para elevar el agua pródiga y disponer así de electricidad en los momentos de mayor demanda.
Y la fosa de Sácaras, afluente del Júcar cuando lleva el agua que por lo común solo aparece en pequeños y brillantes rezumaderos, hendidura encajonada en la Muela de Cortes, es una notable representación de un llamado "dominio geológico estructural ibérico", en el que bloques hundidos y levantados están separados por fallas, como si fueran las teclas de un piano.
http://geopiedra.blogspot.com.eg/2015/04/monthly-geological-pics.html
La Muela, por encima de las poblaciones, es propiedad del Estado, que en 1973 creó una Reserva Nacional de caza, con una extensión de 36.000 hectáreas y la sembró de monteses y de muflones para que los señores y los señoritos viniesen de afuera a cazarlos, y de adentro, los cazaran los furtivos.
Ahora, la electricidad, que es un maná obsequioso que, dejados atrás los seculares tiempos de la escasez y del abnegado trabajo sin horario, del olivo y el almendro, y de las ovejas y las abejas, ha dotado a Cortes y a las demás aldeas que rodean la muela de todo tipo de dádivas, y la caza está más al alcance.
Delimitada,
de Norte a Este por el curso curvilíneo del Júcar, que a poco de Casas del río ya
viene con las aguas aumentadas por las del Cabriel, por los valles rectilíneos
de Ayora al Oeste y del Canyoles al Sur, incluyendo a la abundosa y nutricia Canal
de Navarrés, que entronca con el otrora aciago embalse de Tous, la Muela de
Cortes se sitúa a medio camino entre la mancha albaceteña y el mediterráneo
levantino.
En la Muela de Cortes es posible descubrir rincones tan impresionantes como lo son sus cortados, precipitándose al valle del Júcar, sobre uno de los cuales se erige altivo y decrépito, el castillo musulmán de Chirel.
En 1609, numerosos moriscos decidieron hacerse fuertes frente a su expulsión en la Muela de Cortes. Se les unieron, sin éxito, otros muchos procedentes de Jalance, Jarafuel, Cofrentes, Dos Aguas… El castillo moro, curtido en hazañas bélicas, vivió sus últimas escaramuzas.
Desde hace cuatro siglos, el castillo de Chirel libra su última y definitiva batalla contra el tiempo… contra el imparable e inexorable embate del tiempo… languidece en el recuerdo de sus mocedades castrenses, y afronta, soberbio, la ruina progresiva de su abandono.
En 1609, numerosos moriscos decidieron hacerse fuertes frente a su expulsión en la Muela de Cortes. Se les unieron, sin éxito, otros muchos procedentes de Jalance, Jarafuel, Cofrentes, Dos Aguas… El castillo moro, curtido en hazañas bélicas, vivió sus últimas escaramuzas.
Desde hace cuatro siglos, el castillo de Chirel libra su última y definitiva batalla contra el tiempo… contra el imparable e inexorable embate del tiempo… languidece en el recuerdo de sus mocedades castrenses, y afronta, soberbio, la ruina progresiva de su abandono.
La llamativa balsa ovalada de regulación de la central hidroeléctrica reversible, llena a rebosar, limpia y ordenada, parece una ciclópea piscina prefabricada de catálogo, con su bordillo y su escalerilla, una piscina asomada al balcón de la Muela.
El acceso al pueblo de Cortes de Pallás, cuando la construcción del embalse, requirió igualmente edificar un puente, un viaducto que es de línea sencilla, esbelta y pura, y que, encajado entre las paredes rocosas, cumple con una frase grandilocuente y hueca, pero que yo diría que aquí es cierta y que dice que "dignifica la intervención del hombre moderno en el paisaje".
Y la fosa de Sácaras, afluente del Júcar cuando lleva el agua que por lo común solo aparece en pequeños y brillantes rezumaderos, hendidura encajonada en la Muela de Cortes, es una notable representación de un llamado "dominio geológico estructural ibérico", en el que bloques hundidos y levantados están separados por fallas, como si fueran las teclas de un piano.
http://geopiedra.blogspot.com.eg/2015/04/monthly-geological-pics.html
La Muela, por encima de las poblaciones, es propiedad del Estado, que en 1973 creó una Reserva Nacional de caza, con una extensión de 36.000 hectáreas y la sembró de monteses y de muflones para que los señores y los señoritos viniesen de afuera a cazarlos, y de adentro, los cazaran los furtivos.
Ahora, la electricidad, que es un maná obsequioso que, dejados atrás los seculares tiempos de la escasez y del abnegado trabajo sin horario, del olivo y el almendro, y de las ovejas y las abejas, ha dotado a Cortes y a las demás aldeas que rodean la muela de todo tipo de dádivas, y la caza está más al alcance.
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