jueves, 20 de abril de 2017

En torno al río Becedas


En torno al río Becedas, en tierras de El Hoyo de Pinares, en Ávila, se han habilitado varias rutas de excursión que aprovechan la esencia más genuina de esta tierra de pinares, con sus piñoneros y negrales ofreciendo cobijo y sombra al visitante, con sus rocas graníticas cubiertas de musgo y con los lagos espejados del río embalsado.

Sin duda, el entorno del embalse de La Puente es de excepcional belleza, ideal para pasar un día de fin de semana, lejos del mundanal ruido de la ciudad y huyendo del estrés. Aquí solo cabe disfrutar de la belleza del paisaje, del canto de los pájaros y de una saludable comida campera a orillas del agua. Una excursión ideal para hacer con los niños, con los amigos, con sus mujeres y con el perro…, ni corta ni larga, fresca, variada…


Presa y pasarela en la orilla del embalse de La Puente (Río Becedas) - Abajo izq. zorzal charlo.

Becedas es el nombre de un pueblo de Ávila, en las tierras del alto Tormes, del que yo había oído hablar a propósito de la vida de Santa Teresa… “adonde acudió buscando alivio a sus problemas de salud, con los remedios caseros y poco efectivos de una curandera…”. 

Becedas, y esto debe ser coincidencia, es también el nombre de un río abulense, que corre de norte a sur y que, en mi afán por recorrer, conocer y descubrir los rincones de la prolífica “Zepa 56”, la de los Pinares y Encinares del Cofio y el Alberche, di en cruzar en una ocasión, cuando poco más allá de los confines más occidentales de la provincia de Madrid me dirigía desde Valdemaqueda hacia el Valle de Iruelas. No es extraño que en un primer momento, tuviera un atisbo de confusión…


Para llegar en coche hasta el embalse de La Puente o Becedas I, lo mejor es coger la carretera AV-502 que une las localidades de El Hoyo de Pinares con Navalperal de Pinares. El comienzo de este paseo lo marca el área recreativa de "El Fresne", con sus mesas, sus barbacoas y su fuente. Accediendo desde la carretera, nada parece anunciar que en este terreno de pinares y granito vaya a aparecer ante nuestros ojos un pequeño y bucólico lago con el agua embalsada del río, agua recogida, quieta agua en calma.

Siguiendo un camino de tierra que nos conduce hasta el área recreativa, llegaremos hasta unas casas abandonadas y un pequeño aparcamiento improvisado junto al estribo de la presa de hormigón. La orilla del embalse nos ofrece una senda sencilla, con unas cómodas pasarelas de madera, perfectamente integradas en un entorno de amable belleza.



Dicen que el agua es vida y este itinerario lo confirma. Si el trino de los pájaros es el mejor regalo para nuestros oídos, también lo puede ser para nuestra vista si prestamos atención al sinfín de aves migratorias y autóctonas que se acercan a este oasis de agua y entre las que merece una especial mención la cigüeña negra, especie protegida y visitante estacional fija de este territorio.

Al cabo de una buena hora, recorridas las orillas del embalse, en donde si hemos caminado en animada conversación, no habremos quizás prestado atención al martín pescador encaramado en una rama, al cormorán que bucea persiguiendo a los peces y a la nutria que sestea en un ribazo, podemos completar el paseo acercándonos hasta un arroyo saltarín y afluente del Becedas, el arroyo de La Mujer, a una distancia de apenas kilómetro y medio… quizás otra hora de tranquilo andar entre los pinos.

Río Becedas, aguas abajo de la presa. Garza real en el río. Arriba, dcha, lavandera cascadeña.

Para ello, descenderemos a cruzar el río por un puente que se encuentra al pie de la presa. Tanto el descenso como el siguiente ascenso por la otra ladera son suaves, entre pinos y enebros. Sin pérdida posible, seguimos el camino al que el terreno alomado obliga a un continuo subir y bajar, en una sucesión de pequeños rincones rebosantes de belleza.

Finalmente, el camino desciende hasta el arroyo, cristalino y diáfano, en cuya orilla se encuentra un refugio de pescadores, una casita de piedra en buen estado, con su chimenea y su banco para sentarnos. Para el senderista silencioso y madrugador no será raro descubrir quién sabe qué especies forestales que pueden cruzarse en nuestro camino, quizás corzos, ardillas, o en diferentes tramos del arroyo, galápagos, buscando los rayos del sol, ranas, o incluso un tejón.

Hora de comer, alternativa, ya de regreso, a hacerlo en el área recreativa, y de dormir una siesta en la pradera al borde del arroyo o, perdida la mirada en el cielo, de descubrir a esos buitres y águilas, amantes de las alturas, que pasan fugazmente sobre los relieves de Matavieja.

Refugio de pescadores y arroyo de La Mujer. Abajo, izq. huellas de tejón en la orilla.

Quizás nos apetezca acercarnos hasta la cumbre próxima de La LLanada (1.205m), el punto más alto del término de Hoyo, desde el cual se disfruta de inmejorables vistas, entre pinos piñoneros y negrales, enebros, tomillos, romeros, cantuesos y, en primavera, margaritas, peonías, flor de lagarto o varitas de San José, que salpican el verde propio de esta estación con los colores más vivos de la paleta. 

Tanto desde esta pequeña cumbre, como desde el arroyo, completaremos una jornada de agradable armonía en la naturaleza regresando sin ninguna dificultad hasta el área recreativa.

Desde el área recreativa hasta el refugio de pescadores, la excursión tiene una longitud máxima de dos km. En torno al embalse, la senda no tiene más de otros dos km y el camino a la cumbre "La LLanada" supone un km y medio de ida y otro tanto para volver al área recreativa.

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