He estado recientemente buscando a la bella mariposa Graellsia
Isabellae en los altos del Parque Nacional del Guadarrama… Una mariposa nocturna
que vive unos pocos días…, los justas para procrear y asegurar que ella y su
descendencia en sucesivos años sigan
embelleciendo, fugazmente, su mundo… o el nuestro.
Un mundo que en su caso dura solo unos pocos días… un mundo por
tanto estático, en el que nada cambia, nada pasa, todo es igual, siempre es de
noche… o siempre es verano, o siempre hay estrellas…
Nuestra vida dura, digamos, ojalá, ochenta años. En ese
tiempo sí pasan cosas, días y noches, estaciones e incluso algunos fenómenos geológicos,
pero nada radical. El Guadarrama estaba ahí cuando nací y ahí seguirá cuando me
muera. Los Himalayas siguen su ascenso y el estrecho de Gibraltar se va
cerrando, pero mira que he ido veces a Tarifa y no noto la diferencia… En
cambio, las bases topográficas que utilizamos en un túnel en construcción en
Nepal se han desplazado hasta dos metros después del terremoto de abril… ahí es
nada.
Macizo del Everest, desde el aire..., Lhotse, Cho-Oyu, Makalu...
El tiempo físico que corresponde al tiempo geológico se
desarrolla con una lentitud en la que a diferencia no ya del tiempo histórico,
sino del tiempo personal, en vez de ser importantes los segundos, minutos o
días, son importantes los años, los siglos y los milenios.
La edad de La Tierra resumida en 24 horas
La
geología, en la medida en que es una ciencia histórica, tiene en el «tiempo»
uno de sus conceptos básicos. Su presencia se halla, más o menos explícita, en
el tratamiento de todos los procesos geológicos y podría decirse que tener unas
nociones básicas de esta ciencia exige haber construido el concepto de Tiempo Geológico.
Por lo
tanto, la importancia que, desde la lógica interna de la ciencia de la
geología, tiene el tema del Tiempo Geológico, junto con la difícil
conceptualización que presenta, justifican su interés didáctico Sin embargo, el tratamiento didáctico del
tiempo geológico se limita con frecuencia a abordar la dificultad, por otro
lado evidente, que ofrece la representación mental de tiempos tan
inimaginablemente grandes.
En efecto,
las dificultades de magnitud obstaculizan o impiden la construcción del
concepto de Tiempo Geológico, sobre todo:
La «barrera
imaginativa» o dificultad de representar mentalmente cifras de tan enorme
magnitud como las implicadas en el Tiempo Geológico y,
La
lentitud, considerada desde la escala temporal humana, con que ocurren la mayor
parte de los procesos geológicos.
Otras
dificultades añadidas tienen que ver con las enormes escalas espaciales y no
sólo temporales implicadas en muchos de los procesos geológicos, la
inaccesibilidad a la que dichos procesos ocurren, la lejanía temporal entre
causa y efecto y su singularidad e imposibilidad de reproducirlos en el
laboratorio.
El estrecho de Gibraltar visto desde España
El Tiempo Geológico no es más que una porción del tiempo
físico, los últimos 4.550 millones de años, careciendo de sentido hablar del
primero como si se tratase de un concepto cualitativamente diferente del
segundo.
El valle glaciar de Ordesa, en los Pirineos
La
construcción del concepto de Tiempo Geológico, para entender la magnitud de las
cifras implicadas, requiere en primer lugar asociarle un concepto de cambio. Si
la Tierra está en permanente cambio, cada período geológico es susceptible de
ser caracterizado, diferenciándolo de los anteriores y posteriores.
Además, para
poder reconstruir el pasado de la Tierra, no sólo es necesario que hayan
ocurrido cambios sino que resulta imprescindible que la dinámica terrestre haya
dejado algún tipo de restos o evidencias de esos cambios.
En este
sentido, hasta entrado el siglo XIX, la posición teleológica y antropocéntrica
de la Tierra, considerada como la morada de la humanidad, dejaba sin sentido la
existencia de una Tierra sin hombres que la poblasen. La concepción de una
Tierra sin hombres supuso un cambio muy importante que no resultó fácil de realizar. Ante la ausencia en la naturaleza de elementos
que permitieran inferir la antigüedad de la Tierra, sólo restaba interpretar
los documentos históricos y la Biblia no sólo era considerada como un texto
sagrado para la doctrina cristiana, sino que se aceptaba generalmente como el
documento histórico más fiable para los períodos más antiguos.
Recurrir al Génesis
era tanto más necesario cuanto que se carecía de alternativa. No es de
extrañar así la datación del arzobispo
James Ussher, que situaba la creación del mundo a las 9 horas del 23 de octubre
del año 4004 aC.
En el siglo
XIX Buffon calcula el tiempo necesario para la consolidación del Planeta en
117.000 años, mientras que la duración total para tener la temperatura actual
sería de tres millones de años… Estas cifras pueden parecernos ridículas en la
actualidad, pero en su momento significaron una apuesta arriesgada que rompía
la barrera establecida por la cronología bíblica, aún dominante y, sobre todo,
implicaban que la edad de la Tierra podía ser calculada científicamente.
En la
segunda mitad del siglo XIX se suceden diversas propuestas que tienen
como objetivo poner cifras a la edad de la Tierra. Una de ellas se debe a
Darwin, quien atribuyó al sureste de Inglaterra la edad de 300 millones de años
que fue tomada por otros autores como la «nueva referencia» sobre la edad de la
Tierra.
Pero la
datación más influyente de las realizadas en la segunda mitad del siglo XIX se
debe a Lord Kelvin, quien partió de la hipótesis de una Tierra formada por el
choque de meteoritos que, como consecuencia de esos impactos, debería haberse
encontrado fundida en su totalidad. Desde ese momento y hasta la actualidad, el
Planeta habría ido perdiendo continuamente calor. En 1868, tras algunas propuestas menos
precisas, estableció para la Tierra una edad aproximada de 100 millones de
años. Esta cifra permaneció como referencia obligada durante el resto del
siglo.
Cascada de Sorrosal, Huesca
No nos
vamos a extender más aquí en la evolución posterior de las ciencias de la
tierra, sin embargo actualmente la edad considerada para la tierra es de algo
más de 4500 millones de años. Esa sería a día de hoy la duración del Tiempo
Geológico de nuestro planeta.
Mañana, el tiempo geológico puede referirse a la geo-planetología y extenderse en quien sabe cuántos miles de millones de años.
Mañana, el tiempo geológico puede referirse a la geo-planetología y extenderse en quien sabe cuántos miles de millones de años.
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